miércoles, 21 de marzo de 2012

Y llegó la nieve...

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... aunque no por mucho tiempo, es verdad, pero esta mañana, al abrir la ventana, junto al frío se coló algún que otro copo despistado, mientras los techos de los coches se iban cubriendo de harina blanca. Y yo sentí lo que siempre he sentido cuando ha nevado: una alegría infantil, como cuando estábamos en Coca, como cuando éramos pequeños, despreocupados, felices, y la vida aún era un jardín por explorar, cubierto de rosas sin espinas.


Estación de ferrocarril. Fuenlabrada.

Al marchar hacia la estación, dispuesta a tomar el tren que me llevaría hasta Madrid, me acerqué al borde del aparcamiento para ver si conseguía una mejor perspectiva del campo nevado, pero no se podía tener mejor vista a menos que bajaras hasta el mismo campo y yo no disponía de tiempo para hacerlo. Pobres liebres y perdices... Me los imaginaba acurrucaditos en las hondonadas de los árboles, en los surcos, cubiertos de nieve, tiritando, preguntándose qué estaba ocurriendo si tan sólo dos días atrás lucía el sol y hacía calor.



Tan suave, tan hermosa, tan insólita como esperada: la nieve llegó, ha llegado, a Fuenlabrada.

Ya ves, hermana, me acabo de inventar una frasecita, y otra más. Que no se diga que una no está inspirada esta noche, a pesar de todos los pesares:

En este marzo que ya casi se aleja, la primavera con invierno se estrena y nos festeja.

Mari Carmen


1 comentario:

  1. Y que yo estaría como esas liebres y perdices, acurrucaditas,y muertas de frío, deseando que saliera el sol de nuevo.

    Hermosa frase, hermana. Sí, señor

    Un beso, guapa

    Lola

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