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San Fernando. Cádiz
Aún recordaba aquella vez cuando, al pasar por aquel lugar, le vino ese intenso olor a rosas amarillas unido a un delicioso sabor a tarta de manzana y el sonido de una voz infantil. Y como había respirado profundamente como si quisiera detener ese instante o algo le hiciera volver atrás en el tiempo.
Provenía de aquella casona de principios del siglo XVIII, de grandes ventanales y hermosos balcones, con algunos cristales rotos, las rejas oxidadas y fachada pardusca que, a pesar de su total abandono, aún conservaba ese aspecto de majestuosidad.
Desde entonces se sentía unida, como si formara parte de ella. Quiso saber de su historia y la de sus habitantes. Se imaginó viviendo en ella, paseando por cada rincón de la estancia, oyendo cada sonido de los quehaceres diarios de una casa; abriendo los ventanas al levantarse y dejando paso al frescor de la mañana; regando las flores del patio al medio día; sentada en el salón, bordando al atardecer o mirando las estrellas antes de la media noche.
Imágenes de una familia que posaba en el salón, padres, cuatro hijos varones y una pequeña de dos años, rubita, de pelo rizado, sonriente, de nombre Lola... Qué curioso, sonrió, era tan parecida a ella cuando era niña... Y recordó aquel olor a rosas amarillas, el sabor a tarta de manzana y esa voz infantil.
Lola
Provenía de aquella casona de principios del siglo XVIII, de grandes ventanales y hermosos balcones, con algunos cristales rotos, las rejas oxidadas y fachada pardusca que, a pesar de su total abandono, aún conservaba ese aspecto de majestuosidad.
Desde entonces se sentía unida, como si formara parte de ella. Quiso saber de su historia y la de sus habitantes. Se imaginó viviendo en ella, paseando por cada rincón de la estancia, oyendo cada sonido de los quehaceres diarios de una casa; abriendo los ventanas al levantarse y dejando paso al frescor de la mañana; regando las flores del patio al medio día; sentada en el salón, bordando al atardecer o mirando las estrellas antes de la media noche.
Imágenes de una familia que posaba en el salón, padres, cuatro hijos varones y una pequeña de dos años, rubita, de pelo rizado, sonriente, de nombre Lola... Qué curioso, sonrió, era tan parecida a ella cuando era niña... Y recordó aquel olor a rosas amarillas, el sabor a tarta de manzana y esa voz infantil.
Lola
Tendremos conexiones con las sensaciones de algún tipo de vidas paralelas?????...con las nuevas teorías del "multiverso" (o universos múltiples, podría interpretarse que de alguna manera nuestro yo "toca2 por segundos aquel otro "yo" que existe en paralelo, en otra dimensión!
ResponderEliminarun abrazo...y me voy delirando jejeje
=)
Los olores que nos marcan en nuestra infancia perduran en nuestra edad adulta y cualquier olor que se parezca nos hace retroceder a nuestros años de infancia sin poderlo remediar, es algo que llevamos en lo más hondo de nuestra persona.
ResponderEliminarBonito relato
una de las cosas que me gustan en ciertos escritos es ese carácter circular y nunca lineal...
ResponderEliminarintentaré explicarme...
si el carácter lineal lo da el hecho de que se cuenta una historia con inicio-desarrollo-final...el carácter circular, al menos para mí, se lo da el hecho de escribir unas frases-desarrollo-repetir esas frases...
y me gusta esta forma de relato por lo de aprisionado que queda el interior, el desarrollo del texto, por lo de recalcado que queda...por lo de sonoridad de todo el texto, pero también por el carácter poético que adquiere le etxto...
así que...chapeauuuu, lola...
medio beso.
Vivir otras vidas que nos llaman con un olor, con un sabor desde el pasado. Lola de antaño llama a la Lola de ahora, inquietante y sugerente dejà vu. Hay casas, lugares, paisajes, aromas, colores que permanecen o nacen en nuestra memoria, reeinventados o soñados.
ResponderEliminarBesitooos muchos.
Ay! esa Casa Lazaga, cuántas veces hemos pasado ante ella, y se nos va, aún sin querer, los ojos hacia esos balcones tan hermosos, esas rejas forjadas, y esas vivencias que, nunca se sabe, hemos... ¿vivido?
ResponderEliminarMajestuosa y señorial, testigos de otras costumbres, ni mejore ni peores, siplemente distintas. La memoria olfativa es de las mas intensas y de las que mas perduran haciendo rememorar de forma inmediata los recuerdos tan intensamente que a veces parecen volver a vivirse.
ResponderEliminarUn beso
Olores, sonidos, sabores, manifestaciones de los sentidos que dejan huella indeleble y que, tras el paso del tiempo, vuelven a nosotros haciéndonos recordar momentos ya vividos, aunque a veces no identifiquemos el origen de los mismos ni cuando se produjeron.
ResponderEliminarUn abrazo.
muchos momentos y sentimientos que hemos vivido cuando niños que... hoy como ya adultos quizás no recordamos total y completamente en nuestra memoria quizás solo en nuestros sentidos
ResponderEliminarEs cierto, hay algunos olores que nos retrotaren a tiempos pasados y nos acercan viejos recuerdos, sobre todo a la infancia, si a eso le unimos lo que nos inspiran ciertas imágenes, nos queda un relato como éste, imaginando la vida dentro de ese caserón. Un beso.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Gus, te ha salido un relato redondo. Verás, a mi las casas antiguas me gusta verlas desde fuera, y no me veo viviendo desde dentro en ellas, pero por imaginar que ni quede. A ti te ha quedado de fábula.
ResponderEliminarUn abrazo.
Que hermoso deja vu!!! Volver a sentir esas cosas que nos quedan grabadas a fuego desde una infancia feliz, olores, imágenes, sensaciones. Me encantaría tener un deja vu así.
ResponderEliminarUn abrazo enorme :)
Que dulces recuerdos a tarta de manzana, a rosas amarillas, recuerdos de una infancia feliz,recuerdos que no los borrara nada.
ResponderEliminarOs quedó un maravilloso relato.
Un abrazo.
Presiento que esa niña vivió en esa casa y en algún momento la perdió.
ResponderEliminarEsas sensaciones y recuerdos tan intensos que no se borran del alma.
Abrazos.
un precioso relato! con recuerdos dulces. un beso!
ResponderEliminarEs curiosos como nuestra infancia esta ligada a percepciones que luego recordamos para siempre. En mi caso por ejemplo el verano de mi niñez huele a azahar y a pimientos fritos.
ResponderEliminarPrecioso relato. felicidades
mi innfancia huele a mar ,a bahia ,a huertas y al bosquecito y al sonido del silbato de tren de la estacion.......quizas vendrian a pasar una temporada amigos de los moradores del palacio de lazaga.....quien sabe....lo que si es verdad que cada vez que paso por delante de sus ventanas, miro e imagino su vida facil o no pero cargada de historia.
ResponderEliminarEl olfato en tu relato, sentido primordial de los recuerdos le lleva a ella a aquel lugar, atraída por esos dulces aromas de añoranza. Precioso relato rico en las descripciones de ese recuerdo.Un abrazo
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