miércoles, 7 de septiembre de 2011

Dulce condena


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Intenté olvidarte, mil veces. Le grité al sol  y a la luna que tu amor me comía por dentro, haciéndome enloquecer al no tenerte. Exhausto, tendido en la arena, acunado por la brisa y el mar, decidí abandonarme por siempre al calor de tus labios, al olor de tu piel y a la cárcel de tus manos. 

Mi condena sería amarte hasta el fin de mis días.

Dulce condena, y preciosa carcelera.

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