Bosque al norte de Oslo. Noruega
De todos los tipos de bosque que existen, mi preferido es el llamado de galería. Crece alrededor y por encima de los ríos y riachuelos, los envuelven como si formaran una gran bóveda verde. Árboles bajos o arbustos, lo acompañan en casi todo su recorrido, jalonando cada vuelta que da o cada roca que dicta su rumbo.
Yo he conocido varios. Los hay frondosos, con un recorrido más difícil, o más clareados, que hacen del sendero un paseo agradable, sobre todo al caer el otoño, donde el verdor predomina sobre el resto.
Son hermosos de verdad, ya estén junto al mar o en plena sierra. Son una maravilla que merecen ser contemplados y disfrutados. Un espectaculo de la naturaleza, cada uno con sus senderos que fueron rutas de comercio importantes, con los puentes romanos, que te hacen imaginar cómo sería si los siguiéramos hasta su destino.
Algunos se asemejan a laberintos, pero en cada vuelta parece que se asomara alguien ataviado con ropajes antiguos y su mula cargada de mil y una mercaderías con las que hacer negocio; quizá amantes ocultos a los ojos de todos, leves instantes de amor robados; o paisanos y paisanas, deambulando con ropa para lavar o leña para el fuego.
Yo he conocido varios. Los hay frondosos, con un recorrido más difícil, o más clareados, que hacen del sendero un paseo agradable, sobre todo al caer el otoño, donde el verdor predomina sobre el resto.
Son hermosos de verdad, ya estén junto al mar o en plena sierra. Son una maravilla que merecen ser contemplados y disfrutados. Un espectaculo de la naturaleza, cada uno con sus senderos que fueron rutas de comercio importantes, con los puentes romanos, que te hacen imaginar cómo sería si los siguiéramos hasta su destino.
Algunos se asemejan a laberintos, pero en cada vuelta parece que se asomara alguien ataviado con ropajes antiguos y su mula cargada de mil y una mercaderías con las que hacer negocio; quizá amantes ocultos a los ojos de todos, leves instantes de amor robados; o paisanos y paisanas, deambulando con ropa para lavar o leña para el fuego.
Uno de mis preferidos es el que discurre entre Benamahoma y El Bosque, en la provincia de Cádiz. Comienza el sendero junto a una piscifactoria y nos adentra en un inmenso vergel formado por riachuelos y pozas donde refrescarnos. Es idílico hacerlo en primavera u otoño, pues es cuando ofrece su mejor espectáculo: luz, color y armonía te llevan a lo largo de todo su trazado.
Hay leyendas de seres fantásticos que los guardan. A veces descubrimos una piedra grande y tosca, de la cual dicen los lugareños que marca el sitio donde alguien guardó en tiempos remotos un tesoro. O un antiguo molino donde se fabricaba harina usando la fuerza de la corriente. Eran otros tiempos...
El sendero - unas veces llano, otras más escarpado - discurre paralelo al río, mezclándose con él, hasta desembocar al final en Benamahoma. Un trazado, qué duda cabe, hecho realmente para soñar.
Lola
El sendero - unas veces llano, otras más escarpado - discurre paralelo al río, mezclándose con él, hasta desembocar al final en Benamahoma. Un trazado, qué duda cabe, hecho realmente para soñar.
Lola
Una foto ideal, para lo escrito. Gracias, hermana
ResponderEliminarLola
Dan ganas de trasladarse a ese lugar....y pasear de la mano del ser amado. Preciosa entrada. Besos
ResponderEliminarun lugareño enamorado de su entorno
ResponderEliminaruna descripcion del lugar perfecta recordar
el nombre del rio majaceite gracias por recordar
este bello jardin que nos dejaron nuetros antepasdos un saludo