miércoles, 10 de mayo de 2017

Un jardín de amapolas

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- ¿Te has traido el teléfono?, hazle una foto y se la mandas a tu hermana, que le he dicho lo del jardín tan bonito que tengo y quiere verlo. 

Me lanza mi madre a bocajarro, apenas entro en su casa, y no sé a que se refiere.

-Ven, asómate... 

Y me lleva a su cuarto.

- Mira... 

Al mirar por la ventana de la habitación se ve un solar donde antes hubo una casa con un patio, del cual ya solo quedan algunos muros y algunas enredaderas, muchas hierbas y unos gatitos que según ella nacieron allí y de vez en cuando vienen.

El dueño del bar que hay debajo de su piso limpió la zona cercana a unas de sus ventanas que dan a dicho lugar.

Desde entonces, un roalito ( rodal) de amapolas embellece todo ese espacio, y es que nunca había visto crecer tantas amapolas, parece que hubieran echado semillas, sonríe mi madre, feliz.

Me asomo por la ventana y es cierto, alegra la vista. Las fotos que hago no les hacen justicia, por mucho que intento coger la mejor toma.

Mi madre sigue contando que de vez en cuando se asoma para verlas, es mi jardín, dice.

Recuerdo una vez que ibamos a Nueva Carteya por primavera. A un lado de la carretera el campo lleno de amapolas lucía su mejor vestido. Desde entonces no he vuelto a ver tantas amapolas juntas.

Vuelvo a asomarme al jardín de mi madre y pienso... bendita naturaleza, que nos alegra la vista y el alma.

Lola Polo

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