Una humilde casa de pescadores, como casi todas las de aquel pueblo de la costa granadina. Una entrada grande, dos habitaciones, con muy pocos muebles, y una cocina muy pequeña. Al fuego, una sopa de pescado,para la cena, a la que le quedaban sus últimos hervores.
Hacía rato que había anochecido, en aquella fría tarde de invierno.
Dolores, la hija mas pequeña, ponía la mesa, mientras sus hermanos, se aseaban, tras llegar de la pesca.
Con sus estómagos llenos y el cuerpo caliente, los hombres se iban a dormir.
Una vez recogida la mesa, y fregados los platos, la niña y su madre se sentaban alrededor del brasero.
A esa hora, como todas las noches, llegaban la Encarnación, la Ascensión y la Matildicas.
-Buenas noches, Purica, vaya noche que hace hoy.
Pura se ponía sus gafas y cogía el libro que había dejado en la canasta de la ropa, Genoveva de Brabante.
Y bajo la luz de un candil, leía dos o tres capítulos, ante el silencio y la mirada atenta de las asistentes.
Hubo muchas noches y muchas historias que contar: El tempranillo, Juan de León o Diego Corrientes.
La pequeña Dolores es mi madre, y Pura era mi abuela, a la cual recuerdo con mucho carácter y una novela entre las manos.
Lola
Qué bonitos recuerdos y esas reuniones a la luz de un candil para leer novelas!
ResponderEliminarYo a mi abuelo también le recuerdo siempre con un libro en las manos.
UN beso.
Me encanta la historia. Leyendo alrededor del brasero. Yo tuve muchas noches de esas con mi abuela y mi tía y son de mis mejores recuerdos.
ResponderEliminarUn beso.
Una historia que no podía tener otro resultado que una persona como tú.
ResponderEliminar¡qué hermosa manera de recordarlas y homenajearlas!
ResponderEliminar=)
Que entrañable manera de recordar a tu madre y a tu abuela, de lecturas a la luz de las velas de los clásicos. Son estos los pequeños momentos que se quedan grabados para siempre en el interior de nuestra memoria. Dificil olvidarlos.
ResponderEliminarUn abrazo
no hace falta grandes capitulos, ni cientos de paginas ,para hacer que lo que has echo....trasladarnos alli con tu madre y tu abuela, atentos a la lectura,felicidades muy buen relato
ResponderEliminarUna hermosa historia, contada con las palabras justas sin una de más ni una de menos. Se puede imaginar la escena,y sentirla.
ResponderEliminarUn abrazo.
Historias contadas alrededor de un candil que hacen una historia mas bella, mas entrañable la que nos traes hoy, con el recuerdo de tu madre y abuela.
ResponderEliminarEsta es la llama que vive en el corazón.
Un abrazo.
Ua historia estupenda, reunirse al la luz de un candil y compartir la lectura es algo que une mucho a través del tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo
Añoranza de unos tiempos en que la excusa para reunirse eran pequeñas cosas como la lectura compartida a la luz de un candil. Ahora, cuando se reunen cosa que no ocurre con mucha frecuencia, si acaso, es para ver los infumables programas de cotilleo en la tele. Creo que es preferible la autenticidad de aquellos.
ResponderEliminarUn abrazo.
La luz de la vela, parece ser la luz de la memoria. Atrae evocaciones, viejos tiempos y envuelve, como en tu relato, en una calidez melancólica y tierna.
ResponderEliminarBesitos!
Gaby*
has hecho un retrato costumbrista de...de putísima madre, qué cullons...¡¡¡¡
ResponderEliminarincluso antes de que pusieras eso de que era mamá y abuela, incluso antes de eso, sabía, intuía que debía de ser un recuerdo personal, pues se nota o, al menos a mí me lo trasmite, el hecho de haberlo vivido o sabido de primera mano...
y sabes, lola, el caso es que no sabría muy bien explicar la causa de dicha intuición...aunque quizá deba de echarle la culpa a que soy de pueblo y a que vivo en pueblo y esas historias me quedan cercanas, no de haberlas visto, pero sí escuchado...incluso visto los ambientes donde se producían. quiero decir que conozco ese tipo de casas...
medio beso.
Que bonitos recuerdos a la luz de un candil. Crecer en un ambiente así deja huella, a la vista está.
ResponderEliminarUn abrazo Lola.
Nos llevas a tiempos en que la vela era necesaria para esa magia de la lectura en grupo, esas mujeres comparten las emociones que surgen de esas páginas que lee Dolores.
ResponderEliminarSuscribo lo de Juliano.
Besos.
Una belleza de historia. Entrañable, íntima, que da ganas de sentarse allí, y escuchar.
ResponderEliminarun abrazo
Situaciones familiares que se hacen necesarias por las costumbre y que ahora se recuerdan con cariño, me encantó este recuerdo que nos traes a la luz de una vela
ResponderEliminarBesos
Que bonito relato y hermosos recuerdos
ResponderEliminarQue bonito relato y hermosos recuerdos
ResponderEliminarQue hermosa lectura, muy entrañable. La mujer que lee y las demás escuchan con atención, es un cuadro que perfectamente podría dibujarlo o pintarlo Mari Carmen
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