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El fuego se extendió sobre las olas, arrastrado por llantos de sirenas y alas de gaviotas.
Se ahogó en humo el cielo mudable y las llamas fundieron la tierra cobriza.
Los espejos se encendieron.
Se apagaron las sonrisas.
El mundo se miró horrorizado, pero fue demasiado tarde y el mar agonizó, cubierto de cenizas.
Mari Carmen
Preciosos dorados. Triste final. Un beso.
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