domingo, 12 de diciembre de 2010

Primeras Nieves

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La primera nevada fue un hallazgo luminoso, desconcertante, mágico. El frío no, que de frío ya sabíamos, y a conciencia, pero éramos completamente ignorantes respecto a la nieve. Por eso, cuando nos encontramos frente a frente con aquella sábana blanca que cubría la tierra, nuestra primera reacción fue... quedarnos con la boca abierta, y después, gritar de contento como el que pregona el mejor de los descubrimientos. Y correr a la calle para empaparnos de ella, de su blancura, de su sabor, de su dolorosa frialdad.

Nuestros amigos no entendían tanto alboroto... sólo es nieve... nos decían... Y era nieve, sí, pero nunca habíamos hundido nuestros dedos en su mullida suavidad, y tampoco nos habíamos lavado la cara con ella hasta dejarnos la piel enrojecida.

Sólo es nieve... nos gritaban, pero nosotros apretábamos la nieve entre nuestras manos, formando bolas inmaculadas en las que queríamos leer nuestro futuro. Más... no podía ser. La nieve terminaba resbalando entre nuestros dedos, gota a gota, igual que con el tiempo fueron deshaciéndose tantos y tantos sueños que jamás llegaron a cuajar. Igual que aquellas nieves primeras que al poco de caer perdían su blancura y se convertían en agua, nada más.

Mari Carmen

1 comentario:

  1. Que bonita era esa ilusion, ¿no viste la nieve nunca? ahi va mi reflexion. ¿imaginas a la personas que tienen que vivir en lugar donde nieva mucho, y tiene que salir a comprar para comer, o a trajar,o al medico, te puedo decir a mil sitios? LA ALEGRIA ES DIFERENTE VERDAD?

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