lunes, 27 de febrero de 2012

La vida sencilla y tranquila de los pueblos


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Apenas cumplidos mis dieciocho, mi padre fué destinado a El Bosque, un pueblo precioso de la sierra de Cadiz. Allí viví durante dos maravillosos años.

Mi espléndida juventud, mis amigas, mis primeros amores, mis primeros tacones, mi primera discoteca oyendo a Adamo, y esos largos paseos en plena naturaleza...



Siempre piensas que las personas que compartieron tu vida en años pasados son parte del recuerdo. Por eso, a veces, te sorprende que después de treinta años, vuelvas a estar en contacto con alguno de ellos. Mi amigo Pedro, por ejemplo.

Pedro es una persona encantadora, que me cuenta cosas de su familia, de su trabajo, de su huerto, de sus animales, de todo lo que ama, de lo que piensa.

Me manda fotos del pueblo, de sus casas, de su río y de sus montes.
Fotos de su familia, de los almendros en flor que están detrás de su casa. De unos huevos que su cuñado encontró en el campo y de los cuales, puestos a una gallina clueca que tiene, nacieron unos preciosos pavitos, cuyas fotos adjunto y no me dirán que no son una preciosidad.



De coger patatas tempranas de su huerto, de preparar la tierra para sembrar más; de sus gallinas y los huevos que le ponen y de sus gallos, de su perro... 

Historias y fotos que me enternecen y que me hacen pensar en esa vida tranquila que se vive en un pueblo.

Lola



3 comentarios:

  1. Ay, hermana, qué te podría contar yo sobre los pueblos... pero tu también sabes de eso, porque una parte de nuestra vida la hemos vivido bajo los mismo cielos y rodeadas de la misma naturaleza.

    Me gusta la vida tranquila del pueblo. Lo añoro, no sabes cuánto.

    Un beso grande.

    Mari Carmen

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  2. uy, uy uy...esto bien pudiera ser una incitación a que te mandara cabritos del cabrero pedrito...se lo peguntaré...
    por cierto, y sin bromas, esos pavitos son un hermosituddddd¡¡
    medio beso.

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  3. Pues en la e´poca melancólica y depre por la que estoy pasando ahora(los 50?, cuasi la primavera que llega?...) no te creas, no, que faltan ganas de preparar maletas, arrecoger cosas, y marcharse a vivir a la tranquilidad de un pueblo... Como dijo Luis Felipe: "'Qué descansada vida la del que huye del mundanal ruido / y sigue la escondida senda....".
    Pues eso...

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